" Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas.Nos toca,por ejemplo,suscitar en la mayoria del proletariado peruano,conciencia de clase y sentimiento de clase... Todos tenemos el deber de sembrar germenes de renovacion y de difundir ideas clasistas. "

J.C. Mariategui

miércoles, 6 de abril de 2011

COYUNTURA SINDICAL ACTUAL

Los comunistas en la coyuntura sindical actualPDFImprimirCorreo electrónico

 
Por: Carlos Mejía A.





El movimiento sindical y específicamente la CGTP, son espacios de encuentro de diferentes posiciones de izquierda y una amplia mayoría de independientes. Los tres principales partidos políticos de la izquierda (PC, PS y Patria Roja) disponen de militantes en la dirección nacional de la CGTP. Históricamente, el PC ha tenido una presencia fundamental y hegemónica en la reconstitución de la CGTP y en su dirección.


Actualmente, no es posible negar una serie de problemas y riesgos que atraviesa el sindicalismo peruano tanto a nivel externo como interno. Hay problemas de divisionismo, paralelismo y fracturas en diferentes gremios como Sutep, Construcción civil, Sidesp, Estatales, Municipales, Salud entre otros. A nivel regional hemos tenido y tenemos dificultades en Chimbote, Callao, Cusco, Tacna y algunos lugares más. 
  
Los comunistas no podemos desconocer la responsabilidad como colectivo partidario que tenemos en estos conflictos y problemas. Muchos de ellos pudieron evitarse si el partido hubiera actuado de manera más agil y rápida, estableciendo mecanismos de análisis, discusión y resolución de conflictos.  


En esta particular situación, algunos sectores de patria Roja empiezan a considerar que la "dirección política" de la CGTP atraviesa una crisis y que es necesario "resolver" dicha crisis. Sin embargo, nos parece que se están equivocando al hacer un análisis superficial de la situación.


Lo que esta ocurriendo no es el problema de un partido político. Es un proceso de cambio más profundo y complejo. Se trata del reposicionamiento del movimiento sindical luego de fracasada la transición democrática. Como sabemos, la derrota del fujimorismo implico una apertura democrática que permitio al sindicalismo ser reconocido como interlocutor válido de los intereses del trabajo. De esta manera, el sindicalismo se comprometía de manera institucional con el régimen democrático. Lamentablemente, luego de casi diez años, todas las esperanzas de los trabajadores han sido destruidas. El poder político y empresarial no ha pasado más allá de reconocer a los sindicatos y no ha querido desmontar las principales leyes fujimoristas que garantizan el predominio del capital en las relaciones laborales. 


Todos los esfuerzos por concertar a través del diáologo social tripartito han sido estériles o de resultados simbólicos y secundarios. La realidad es simple: los empresarios siguen controlando el mercado laboral a su antojo. Políticamente, la izquierda ha sido incapaz de construir una alianza social que permita trastocar la correlación de fuerzas conservadoras y empresariales. Esta incapacidad política da lugar para un proceso de radicalización social en algunas capas de los sectores populares, precisamente los más polítizados y activos.


En el movimiento sindical aparecen grupos formados por troskistas de diversas corrientes que con un discurso obrerista y radical empiezan a disponer de una audiencia sindical. Su reducido número hace que sus esfuerzos sean generalmente derrotados. El caso más emblemático es el de la fenecida coordinadora sindical textil. A nivel político, el tan anunciado Partido de los Trabajadores del Campo y la Ciudad (PTCC) ha sido el ultimo esfuerzo de una vieja generación de troskistas por recuperar espacios. Este fue también otro esfuerzo inútil. 
  
Por un lado tenemos entonces un proceso de radicalización de las capas más organizadas sindicalmente. Este radicalismo implica una mayor politización, desconfianza por el diálogo social y la vigencia de las leyes, un discurso confrontacional, una subordinación a los intereses partidarios y el rechazo a soluciones de compromiso en los conflictos laborales. 

Un segundo elemento, es la brecha generacional sindical que no termina de resolverse. Hay nuevos liderazgos sindicales en diversos sectores con dirigentes muy jóvenes, menores de 30 años, frente a caudillos que sobrepasan los 50 años. Estas diferencias hacen muy dificil un entendimiento cotidiano. Los jóvenes traen una mirada más pragmática del sindicalismo, no asumen como inmediata la militancia partidaria, entienden el sindicato como una herramienta de los trabajadores y no del partido, quieren resultados concretos y realistas. Los "viejos" son la continuación de la generación del 80 que logro resistir al fujimorismo y asume el compromiso político partidaria como algo natural. Ambos grupos constituyen dos universos culturales muy diferentes en el sindicalismo peruano. 


La última coordenada en este proceso, es la crisis económica cuyos efectos en materia de despidos y pérdida del poder adquisitivo aún no termina de registrarse. La situación económica dibuja un escenario donde las fuerzas juveniles y mayoritarias de los sectores asalariados son a la vez las más precarias, con menores remuneraciones, más discriminadas y golpeadas. Frente a ellos, la capa superior de los asalariados aparece como más protegida por el sindicato, con el peligro permanente de caer en la práctica corporativa.


De esta manera, podemos entender que se desarrollen diversas fracturas y disputas en algunas bases sindicales. Estamos pues frente a un periodo de profundos cambios en el mundo sindical peruano. No se trata simplemente, como dicen algunos voceros de Patria Roja, de "un problema del PCP Unidad". Es un proceso mucho más de fondo que los incluye a ellos, también, pues la virtual división del SUTEP es parte de este mismo proceso. 



Como nos recordaba el c. Schafick Handal alguna vez, "ubicarse es el primer paso para resolver un problema". El proceso de radicalización política que viene registrando un sector importante del sindicalismo peruano choca tanto con la reacción del gobierno y de los empresarios. Es una radicalización que no logra extenderse más allá de las capas dirigenciales por los problemas de la brecha generacional y la crisis económica. Hasta ahora quienes han capitalizado con mayor éxito este nuevo radicalismo han sido los troskistas, pero ya son visibles los limites de dicha praxis política.

La instrumentalización automática que los troskos realizan en cada sindicato donde cooptan una dirigencia, los lleva a alejarse de las masas y lanzarse a callejones sin salida. En un inicio, la coordinadora sindical textil podía movilizar a miles de trabajadores, luego de unos meses no logra sacar a la calle a más de una veintena de personas.  El PST, agrupación troskista que anima estas luchas sindicales no ha logrado construir un cuadro de dirigentes obreros y solamente mantiene algunos activistas y estudiantes universitarios empeñosos. 


¿Quienes quieren aprovechar esta coyuntura sindical? Patria Roja. PR fue alguna vez el ala izquierda del movimiento sindical. Fue la oposición firme y directa al PC en la conducción de la CGTP. La crisis de los 90s nos enseño a todos a trabajar juntos y no separados. Así pudimos superar una época de sectarismo y excomuniones. Pero ahora, una lectura maoista de la situación les indica a ellos que es el momento para asumir un rol más hegemónico en la CGTP. Quieren dirigir la CGTP.


Como en todo espacio democrático y de frente único tienen el derecho de aspirar a conducir el movimiento sindical. Eso no está en discusión y lo decidirán luego del debate, los delegados al próximo congreso de la CGTP. Lo central es preguntarse si ¿es un signo de desarrollo que Patria Roja asuma una posición de liderazgo en el sindicalismo peruano?. 


Mi respuesta es no. No se trata de un rechazo sectario o a priori. Nadie pone en discusión el aporte de los camaradas de PR en las luchas populares y sindicales. Lo que cuestionamos es la visión maniquea que aún sostienen frente al movimiento sindical y los partidos políticos. A nuestro juicio, PR sigue sosteniendo que el sindicato es una correa de trasmisión del partido. Que el partido manda y el sindicato obedece. Que controlar una junta directiva es controlar toda la membresia sindical.  Que hegemonía es control monolítico. Que ser minoría equivale a estar equivocado. Que la democracia es un valor relativo frente a la línea política. Que los intereses políticos son más importantes per se que los intereses sindicales.  El testimonio de muchos sindicalistas a lo largo y ancho del país sustenta estas apreciaciones.


Todas estas ideas han sido cuestionadas y derrotadas por la evidencia histórica. Los sindicatos más fuertes son los que han levantado la idea de frente único, de autonomía sindical, de equilibrio y equivalencia entre partido y sindicato. Por esta razón, una vanguardia sindical no es la que se construye mirando el pasado, extrañando el tiempo de comisarios e inquisiciones; es la que a partir de un análisis riguroso de la realidad logra articular las necesidades del movimiento con los intereses de la clase.
  
En resumen, el PC no puede jugar a un radicalismo infantil con tal de acumular aplausos o entusiasmos pasajeros. Es necesario un mayor y mejor diagnóstico de la actual coyuntura sindical. No podemos reducir nuestros problemas a diferencias partidarias dejando de ver los procesos sociales debajo de estas disputas. El PC ha representado y debe seguir representando las fuerzas de la renovación en el sindicalismo. Finalmente, no podemos dejar que las diferencias internas permitan abrir la puerta a posiciones que representan un retroceso en el desarrollo de la conciencia sindical. 




COYUNTURA SINDICAL ACTUAL

Los comunistas en la coyuntura sindical actualPDFImprimirCorreo electrónico

 
Por: Carlos Mejía A.





El movimiento sindical y específicamente la CGTP, son espacios de encuentro de diferentes posiciones de izquierda y una amplia mayoría de independientes. Los tres principales partidos políticos de la izquierda (PC, PS y Patria Roja) disponen de militantes en la dirección nacional de la CGTP. Históricamente, el PC ha tenido una presencia fundamental y hegemónica en la reconstitución de la CGTP y en su dirección.


Actualmente, no es posible negar una serie de problemas y riesgos que atraviesa el sindicalismo peruano tanto a nivel externo como interno. Hay problemas de divisionismo, paralelismo y fracturas en diferentes gremios como Sutep, Construcción civil, Sidesp, Estatales, Municipales, Salud entre otros. A nivel regional hemos tenido y tenemos dificultades en Chimbote, Callao, Cusco, Tacna y algunos lugares más. 
  
Los comunistas no podemos desconocer la responsabilidad como colectivo partidario que tenemos en estos conflictos y problemas. Muchos de ellos pudieron evitarse si el partido hubiera actuado de manera más agil y rápida, estableciendo mecanismos de análisis, discusión y resolución de conflictos.  


En esta particular situación, algunos sectores de patria Roja empiezan a considerar que la "dirección política" de la CGTP atraviesa una crisis y que es necesario "resolver" dicha crisis. Sin embargo, nos parece que se están equivocando al hacer un análisis superficial de la situación.


Lo que esta ocurriendo no es el problema de un partido político. Es un proceso de cambio más profundo y complejo. Se trata del reposicionamiento del movimiento sindical luego de fracasada la transición democrática. Como sabemos, la derrota del fujimorismo implico una apertura democrática que permitio al sindicalismo ser reconocido como interlocutor válido de los intereses del trabajo. De esta manera, el sindicalismo se comprometía de manera institucional con el régimen democrático. Lamentablemente, luego de casi diez años, todas las esperanzas de los trabajadores han sido destruidas. El poder político y empresarial no ha pasado más allá de reconocer a los sindicatos y no ha querido desmontar las principales leyes fujimoristas que garantizan el predominio del capital en las relaciones laborales. 


Todos los esfuerzos por concertar a través del diáologo social tripartito han sido estériles o de resultados simbólicos y secundarios. La realidad es simple: los empresarios siguen controlando el mercado laboral a su antojo. Políticamente, la izquierda ha sido incapaz de construir una alianza social que permita trastocar la correlación de fuerzas conservadoras y empresariales. Esta incapacidad política da lugar para un proceso de radicalización social en algunas capas de los sectores populares, precisamente los más polítizados y activos.


En el movimiento sindical aparecen grupos formados por troskistas de diversas corrientes que con un discurso obrerista y radical empiezan a disponer de una audiencia sindical. Su reducido número hace que sus esfuerzos sean generalmente derrotados. El caso más emblemático es el de la fenecida coordinadora sindical textil. A nivel político, el tan anunciado Partido de los Trabajadores del Campo y la Ciudad (PTCC) ha sido el ultimo esfuerzo de una vieja generación de troskistas por recuperar espacios. Este fue también otro esfuerzo inútil. 
  
Por un lado tenemos entonces un proceso de radicalización de las capas más organizadas sindicalmente. Este radicalismo implica una mayor politización, desconfianza por el diálogo social y la vigencia de las leyes, un discurso confrontacional, una subordinación a los intereses partidarios y el rechazo a soluciones de compromiso en los conflictos laborales. 

Un segundo elemento, es la brecha generacional sindical que no termina de resolverse. Hay nuevos liderazgos sindicales en diversos sectores con dirigentes muy jóvenes, menores de 30 años, frente a caudillos que sobrepasan los 50 años. Estas diferencias hacen muy dificil un entendimiento cotidiano. Los jóvenes traen una mirada más pragmática del sindicalismo, no asumen como inmediata la militancia partidaria, entienden el sindicato como una herramienta de los trabajadores y no del partido, quieren resultados concretos y realistas. Los "viejos" son la continuación de la generación del 80 que logro resistir al fujimorismo y asume el compromiso político partidaria como algo natural. Ambos grupos constituyen dos universos culturales muy diferentes en el sindicalismo peruano. 


La última coordenada en este proceso, es la crisis económica cuyos efectos en materia de despidos y pérdida del poder adquisitivo aún no termina de registrarse. La situación económica dibuja un escenario donde las fuerzas juveniles y mayoritarias de los sectores asalariados son a la vez las más precarias, con menores remuneraciones, más discriminadas y golpeadas. Frente a ellos, la capa superior de los asalariados aparece como más protegida por el sindicato, con el peligro permanente de caer en la práctica corporativa.


De esta manera, podemos entender que se desarrollen diversas fracturas y disputas en algunas bases sindicales. Estamos pues frente a un periodo de profundos cambios en el mundo sindical peruano. No se trata simplemente, como dicen algunos voceros de Patria Roja, de "un problema del PCP Unidad". Es un proceso mucho más de fondo que los incluye a ellos, también, pues la virtual división del SUTEP es parte de este mismo proceso. 



Como nos recordaba el c. Schafick Handal alguna vez, "ubicarse es el primer paso para resolver un problema". El proceso de radicalización política que viene registrando un sector importante del sindicalismo peruano choca tanto con la reacción del gobierno y de los empresarios. Es una radicalización que no logra extenderse más allá de las capas dirigenciales por los problemas de la brecha generacional y la crisis económica. Hasta ahora quienes han capitalizado con mayor éxito este nuevo radicalismo han sido los troskistas, pero ya son visibles los limites de dicha praxis política.

La instrumentalización automática que los troskos realizan en cada sindicato donde cooptan una dirigencia, los lleva a alejarse de las masas y lanzarse a callejones sin salida. En un inicio, la coordinadora sindical textil podía movilizar a miles de trabajadores, luego de unos meses no logra sacar a la calle a más de una veintena de personas.  El PST, agrupación troskista que anima estas luchas sindicales no ha logrado construir un cuadro de dirigentes obreros y solamente mantiene algunos activistas y estudiantes universitarios empeñosos. 


¿Quienes quieren aprovechar esta coyuntura sindical? Patria Roja. PR fue alguna vez el ala izquierda del movimiento sindical. Fue la oposición firme y directa al PC en la conducción de la CGTP. La crisis de los 90s nos enseño a todos a trabajar juntos y no separados. Así pudimos superar una época de sectarismo y excomuniones. Pero ahora, una lectura maoista de la situación les indica a ellos que es el momento para asumir un rol más hegemónico en la CGTP. Quieren dirigir la CGTP.


Como en todo espacio democrático y de frente único tienen el derecho de aspirar a conducir el movimiento sindical. Eso no está en discusión y lo decidirán luego del debate, los delegados al próximo congreso de la CGTP. Lo central es preguntarse si ¿es un signo de desarrollo que Patria Roja asuma una posición de liderazgo en el sindicalismo peruano?. 


Mi respuesta es no. No se trata de un rechazo sectario o a priori. Nadie pone en discusión el aporte de los camaradas de PR en las luchas populares y sindicales. Lo que cuestionamos es la visión maniquea que aún sostienen frente al movimiento sindical y los partidos políticos. A nuestro juicio, PR sigue sosteniendo que el sindicato es una correa de trasmisión del partido. Que el partido manda y el sindicato obedece. Que controlar una junta directiva es controlar toda la membresia sindical.  Que hegemonía es control monolítico. Que ser minoría equivale a estar equivocado. Que la democracia es un valor relativo frente a la línea política. Que los intereses políticos son más importantes per se que los intereses sindicales.  El testimonio de muchos sindicalistas a lo largo y ancho del país sustenta estas apreciaciones.


Todas estas ideas han sido cuestionadas y derrotadas por la evidencia histórica. Los sindicatos más fuertes son los que han levantado la idea de frente único, de autonomía sindical, de equilibrio y equivalencia entre partido y sindicato. Por esta razón, una vanguardia sindical no es la que se construye mirando el pasado, extrañando el tiempo de comisarios e inquisiciones; es la que a partir de un análisis riguroso de la realidad logra articular las necesidades del movimiento con los intereses de la clase.
  
En resumen, el PC no puede jugar a un radicalismo infantil con tal de acumular aplausos o entusiasmos pasajeros. Es necesario un mayor y mejor diagnóstico de la actual coyuntura sindical. No podemos reducir nuestros problemas a diferencias partidarias dejando de ver los procesos sociales debajo de estas disputas. El PC ha representado y debe seguir representando las fuerzas de la renovación en el sindicalismo. Finalmente, no podemos dejar que las diferencias internas permitan abrir la puerta a posiciones que representan un retroceso en el desarrollo de la conciencia sindical. 




COYUNTURA SINDICAL ACTUAL

Los comunistas en la coyuntura sindical actualPDFImprimirCorreo electrónico

 
Por: Carlos Mejía A.





El movimiento sindical y específicamente la CGTP, son espacios de encuentro de diferentes posiciones de izquierda y una amplia mayoría de independientes. Los tres principales partidos políticos de la izquierda (PC, PS y Patria Roja) disponen de militantes en la dirección nacional de la CGTP. Históricamente, el PC ha tenido una presencia fundamental y hegemónica en la reconstitución de la CGTP y en su dirección.
 

Actualmente, no es posible negar una serie de problemas y riesgos que atraviesa el sindicalismo peruano tanto a nivel externo como interno. Hay problemas de divisionismo, paralelismo y fracturas en diferentes gremios como Sutep, Construcción civil, Sidesp, Estatales, Municipales, Salud entre otros. A nivel regional hemos tenido y tenemos dificultades en Chimbote, Callao, Cusco, Tacna y algunos lugares más. 
  
Los comunistas no podemos desconocer la responsabilidad como colectivo partidario que tenemos en estos conflictos y problemas. Muchos de ellos pudieron evitarse si el partido hubiera actuado de manera más agil y rápida, estableciendo mecanismos de análisis, discusión y resolución de conflictos.  


En esta particular situación, algunos sectores de patria Roja empiezan a considerar que la "dirección política" de la CGTP atraviesa una crisis y que es necesario "resolver" dicha crisis. Sin embargo, nos parece que se están equivocando al hacer un análisis superficial de la situación.


Lo que esta ocurriendo no es el problema de un partido político. Es un proceso de cambio más profundo y complejo. Se trata del reposicionamiento del movimiento sindical luego de fracasada la transición democrática. Como sabemos, la derrota del fujimorismo implico una apertura democrática que permitio al sindicalismo ser reconocido como interlocutor válido de los intereses del trabajo. De esta manera, el sindicalismo se comprometía de manera institucional con el régimen democrático. Lamentablemente, luego de casi diez años, todas las esperanzas de los trabajadores han sido destruidas. El poder político y empresarial no ha pasado más allá de reconocer a los sindicatos y no ha querido desmontar las principales leyes fujimoristas que garantizan el predominio del capital en las relaciones laborales. 


Todos los esfuerzos por concertar a través del diáologo social tripartito han sido estériles o de resultados simbólicos y secundarios. La realidad es simple: los empresarios siguen controlando el mercado laboral a su antojo. Políticamente, la izquierda ha sido incapaz de construir una alianza social que permita trastocar la correlación de fuerzas conservadoras y empresariales. Esta incapacidad política da lugar para un proceso de radicalización social en algunas capas de los sectores populares, precisamente los más polítizados y activos.


En el movimiento sindical aparecen grupos formados por troskistas de diversas corrientes que con un discurso obrerista y radical empiezan a disponer de una audiencia sindical. Su reducido número hace que sus esfuerzos sean generalmente derrotados. El caso más emblemático es el de la fenecida coordinadora sindical textil. A nivel político, el tan anunciado Partido de los Trabajadores del Campo y la Ciudad (PTCC) ha sido el ultimo esfuerzo de una vieja generación de troskistas por recuperar espacios. Este fue también otro esfuerzo inútil. 
  
Por un lado tenemos entonces un proceso de radicalización de las capas más organizadas sindicalmente. Este radicalismo implica una mayor politización, desconfianza por el diálogo social y la vigencia de las leyes, un discurso confrontacional, una subordinación a los intereses partidarios y el rechazo a soluciones de compromiso en los conflictos laborales. 

Un segundo elemento, es la brecha generacional sindical que no termina de resolverse. Hay nuevos liderazgos sindicales en diversos sectores con dirigentes muy jóvenes, menores de 30 años, frente a caudillos que sobrepasan los 50 años. Estas diferencias hacen muy dificil un entendimiento cotidiano. Los jóvenes traen una mirada más pragmática del sindicalismo, no asumen como inmediata la militancia partidaria, entienden el sindicato como una herramienta de los trabajadores y no del partido, quieren resultados concretos y realistas. Los "viejos" son la continuación de la generación del 80 que logro resistir al fujimorismo y asume el compromiso político partidaria como algo natural. Ambos grupos constituyen dos universos culturales muy diferentes en el sindicalismo peruano. 


La última coordenada en este proceso, es la crisis económica cuyos efectos en materia de despidos y pérdida del poder adquisitivo aún no termina de registrarse. La situación económica dibuja un escenario donde las fuerzas juveniles y mayoritarias de los sectores asalariados son a la vez las más precarias, con menores remuneraciones, más discriminadas y golpeadas. Frente a ellos, la capa superior de los asalariados aparece como más protegida por el sindicato, con el peligro permanente de caer en la práctica corporativa.


De esta manera, podemos entender que se desarrollen diversas fracturas y disputas en algunas bases sindicales. Estamos pues frente a un periodo de profundos cambios en el mundo sindical peruano. No se trata simplemente, como dicen algunos voceros de Patria Roja, de "un problema del PCP Unidad". Es un proceso mucho más de fondo que los incluye a ellos, también, pues la virtual división del SUTEP es parte de este mismo proceso. 



Como nos recordaba el c. Schafick Handal alguna vez, "ubicarse es el primer paso para resolver un problema". El proceso de radicalización política que viene registrando un sector importante del sindicalismo peruano choca tanto con la reacción del gobierno y de los empresarios. Es una radicalización que no logra extenderse más allá de las capas dirigenciales por los problemas de la brecha generacional y la crisis económica. Hasta ahora quienes han capitalizado con mayor éxito este nuevo radicalismo han sido los troskistas, pero ya son visibles los limites de dicha praxis política.

La instrumentalización automática que los troskos realizan en cada sindicato donde cooptan una dirigencia, los lleva a alejarse de las masas y lanzarse a callejones sin salida. En un inicio, la coordinadora sindical textil podía movilizar a miles de trabajadores, luego de unos meses no logra sacar a la calle a más de una veintena de personas.  El PST, agrupación troskista que anima estas luchas sindicales no ha logrado construir un cuadro de dirigentes obreros y solamente mantiene algunos activistas y estudiantes universitarios empeñosos. 


¿Quienes quieren aprovechar esta coyuntura sindical? Patria Roja. PR fue alguna vez el ala izquierda del movimiento sindical. Fue la oposición firme y directa al PC en la conducción de la CGTP. La crisis de los 90s nos enseño a todos a trabajar juntos y no separados. Así pudimos superar una época de sectarismo y excomuniones. Pero ahora, una lectura maoista de la situación les indica a ellos que es el momento para asumir un rol más hegemónico en la CGTP. Quieren dirigir la CGTP.


Como en todo espacio democrático y de frente único tienen el derecho de aspirar a conducir el movimiento sindical. Eso no está en discusión y lo decidirán luego del debate, los delegados al próximo congreso de la CGTP. Lo central es preguntarse si ¿es un signo de desarrollo que Patria Roja asuma una posición de liderazgo en el sindicalismo peruano?. 


Mi respuesta es no. No se trata de un rechazo sectario o a priori. Nadie pone en discusión el aporte de los camaradas de PR en las luchas populares y sindicales. Lo que cuestionamos es la visión maniquea que aún sostienen frente al movimiento sindical y los partidos políticos. A nuestro juicio, PR sigue sosteniendo que el sindicato es una correa de trasmisión del partido. Que el partido manda y el sindicato obedece. Que controlar una junta directiva es controlar toda la membresia sindical.  Que hegemonía es control monolítico. Que ser minoría equivale a estar equivocado. Que la democracia es un valor relativo frente a la línea política. Que los intereses políticos son más importantes per se que los intereses sindicales.  El testimonio de muchos sindicalistas a lo largo y ancho del país sustenta estas apreciaciones.


Todas estas ideas han sido cuestionadas y derrotadas por la evidencia histórica. Los sindicatos más fuertes son los que han levantado la idea de frente único, de autonomía sindical, de equilibrio y equivalencia entre partido y sindicato. Por esta razón, una vanguardia sindical no es la que se construye mirando el pasado, extrañando el tiempo de comisarios e inquisiciones; es la que a partir de un análisis riguroso de la realidad logra articular las necesidades del movimiento con los intereses de la clase.
  
En resumen, el PC no puede jugar a un radicalismo infantil con tal de acumular aplausos o entusiasmos pasajeros. Es necesario un mayor y mejor diagnóstico de la actual coyuntura sindical. No podemos reducir nuestros problemas a diferencias partidarias dejando de ver los procesos sociales debajo de estas disputas. El PC ha representado y debe seguir representando las fuerzas de la renovación en el sindicalismo. Finalmente, no podemos dejar que las diferencias internas permitan abrir la puerta a posiciones que representan un retroceso en el desarrollo de la conciencia sindical.